martes, 30 de julio de 2013

Naturaleza en familia

Magnolio
 Casi sin deshacer las maletas bien tempranito salimos para disfrutar de la naturaleza en el parque de los Alcornocales, toda una experiencia. En el centro de visitantes Huerta Grande, en Pelayo, una pedanía de Algeciras, hemos visto el laurel más grande de Andalucía, histórico y catalogado. Alcornocales, acebuches, plantas aromáticas, un magnolio, dos dragos y mil variedades más de vegetación, de nombres impronunciables para mí, aunque muy familiares para David y Cristina, los monitores que nos han acompañado en la visita.

Esta zona, la del Estrecho de Gibraltar, es rica en biodiversidad pues confluyen dos mares: el Mediterráneo y el Atlántico y dos vientos: el levante y el poniente y se unen dos parques, los Arcornocales y el del Estrecho. Es paso obligado de las aves migratorias, que en febrero destinan su vuelo hacia Europa provinientes de África y en septiembre viajan del norte al sur, en busca de alimento para poder subsistir. En este mes otoñal, gracias a este fenómeno de las migraciones descubierto hace tan solo 100 años, el cielo que se divisa desde el centro de visitantes Huerta Grande es un espectáculo que merece ser contemplado.

Nido del pájaro carpintero
 En este centro son especialistas en aves, así que no faltó una clase de iniciación a la ornitología en la que pudimos contemplar los diferentes picos que tienen, según su forma de alimentarse, los nidos que crean los pájaros para incubar sus huevos tras el aparejamiento como el que realiza el carpintero en el tronco de los árboles o el del chochín, una de las especies más pequeñas del mundo. Observamos el grandioso huevo de avestruz o el pequeñín del chochín. En el exterior del aula-observatorio David y Cristina han creado un pequeño paraíso para las aves en el que no falta el alpiste, árboles frutales en los que posarse y saborear la rica fruta y hasta un pequeño lago en el que beber y bañarse. Así pudimos divisar con los prismáticos a verdecillos, pinzones y algún jilguero. Los más pequeños pudieron colorear el pajarillo que más les gustó.


Águila de cola roja
Para finalizar la visita nos mostraron “la casa del naturalista” con plantas aromáticas en su jardín y un pequeño huerto con tomates, sandías, judías verdes, berenjenas y calabacines. Los más pequeños plantaron una macetita para llevar a casa y para los mayores Cristina nos ofreció lo que quisiéramos llevar a casa para plantar: geranios, menta, poleo, lavanda, tomillo, romero, etc. La sorpresa de la mañana fue Leo que llegó con un águila de cola roja y un búho, dos aves rapaces bellísimas y pacientes, que aguantaron como nadie los flashes de nuestras cámaras fotográficas.

 Tras esta agradable excursión comimos en un mesón de carretera, Mesón El Pozuelo, muy particular, con un jardín con césped natural muy agradable en su interior, con una pared de piedra por la que cae agua en cascada, horno de leña y barbacoa. Se come muy muy bien, y aunque no es demasiado económico, lo recomiendo. Su especialidad es la carne de retinto, sin embargo nosotros pedimos revuelto de ortiguitas y gambas y un delicioso bacalao al pozuelo.

El siguiente destino ha sido la playa de los Lances, la playa más meridional de la penísula ibérica en la “airosa” Tarifa. Lo que vimos fue todo un espectáculo, decenas y decenas de aficionados haciendo kitesurf en el mar y sus cometas coloridas surcando el cielo y en la arena los aprendices de este deporte tan arraigado en Tarifa.

Playa de los Lances
De allí hemos partido hacia el Arroyo del San Carlos del Tiradero para realizar el sendero de dificultad baja, al ir con una pequeña de 3 años no puedes escoger otro. Es un recorrido circular del que merece la pena hacer la mitad del mismo y volver por el mismo camino en lugar de continuar el sendero.


Es un terreno arcilloso con muy poca permeabilidad y que se denomina bujeo, donde abundan los alisos, acebuches y quejigos o roble andaluz y por donde discurre el arroyo del Tiradero, con agua todo el año. Algún que otro alcornoque también se deja contemplar, pero los menos. Los troncos de muchos alisos están protegidos por plantas trepadoras que buscan la luz escalando estos árboles humedecidos por el ambiente. En cuanto a la fauna sólo hemos encontrado libélulas, saltamontes y alguna lagartija. El paseo es agradable porque continuamente escuchas el sonido de los saltos de agua del arroyo. Lo que menos nos gustó fue la pista forestal por la que debes volver, que es la antigua carretera CA-7200 Facinas -Los Barrios, hoy no muy bien conservada. Y ese ha sido nuestro día familiar en la naturaleza de la zona del Estrecho de Gibraltar, muy recomendable para hacer con los más pequeños de la casa.

1 comentario:

  1. Gracias Bea, de no ser por el trabajo de PAco hibiesemos veraneado en esa parte de Andalucía, pero finalmente escogimos Isla Cristina, de escribir tan bien como tú, haría una entrada en mi blog, aunque sería muy corta. PLAYA-CASA, CASA-PLAYA, lo más cómodo para ir con tres niños.

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